º

250 g de gofio de millo (harina tostada de maíz; también puede ser de trigo o mezcla)
1 litro de caldo de pescado o carne (dependiendo del gusto o de lo que tengas)
2 dientes de ajo
1 ramita de perejil fresco (opcional)
1 cebolla mediana (opcional, para servir)
Sal al gusto
Aceite de oliva virgen extra
Unas cucharadas de mojo verde o rojo
Trozos de pescado desmenuzado (si el caldo es de pescado)
Queso majorero curado rallado (producto típico de Fuerteventura)
Prepara el caldo: Si no tienes uno ya hecho, puedes hervir pescado con cebolla, ajo, laurel y sal (o carne, si lo prefieres). Cuela y reserva el caldo caliente.
Aromatiza (opcional): Machaca los ajos con el perejil y un poco de sal en un mortero. Añádelos al caldo para darle más sabor.
Escaldar el gofio:
Coloca el gofio en un cuenco grande.
Añade poco a poco el caldo caliente, removiendo constantemente con una cuchara de palo para evitar grumos.
La cantidad de caldo puede variar según si lo prefieres más suelto o más espeso.
Cuando adquiera una textura densa pero suave (como un puré firme), deja reposar unos minutos.
Emplatado:
Sirve caliente en un plato hondo.
Añade por encima un chorrito de aceite de oliva.
Puedes ponerle cebolla cruda cortada en juliana fina por encima o al lado.
"El secreto está en el caldo": usa un buen caldo casero, porque el gofio absorbe todo su sabor.
"Remueve con alma": siempre con cuchara de madera y en sentido circular. El gofio debe sentirse "amasado", no batido.
"No te olvides del mojo": un poquito de mojo rojo o verde por encima le da un toque canario auténtico.
"Hazlo con cariño y calma": este plato no necesita prisas. Ideal para compartir en familia, con queso y vino del país.
